gentes de Pajarón

Una visión particular de la vida de una buena gente, serrana y conquense, para guardar en nuestra memoria y no perderse en la oscuridad del tiempo.



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Nuestros Personajes: MARTIN REAL (verano del 2011)



"Y así pasó Pajarón a ser

de pueblo serrano y pobre,

a ostentar categoría,

de cuna de inquisidores"

ANÓNIMO SIGLO XVII






BIOGRAFÍA DE MARTÍN REAL GARCÍA, personaje del siglo de oro español, hijo de su tiempo, que con grandes dotes de inteligencia, supo escalar puestos en la escala social, quizás en la única institución que hubiera podido, en la Iglesia. Partiendo del pueblo llano, llegó hasta la misma corte real. Pues este personaje es nuestro, de Pajarón. La historia habló así:






"En el pueblo serrano de Pajarón nace Martín Real García, en el año 1586, de familia humilde y campesina. Quedó prontamente huérfano, recogiéndolo un hermano de su madre que, al comprobar que el niño tenía talento y aplicación, se lo trajo a estudiar al Seminario de Cuenca, haciéndose sacerdote.





En reñidas oposiciones obtuvo una canongía en la Colegiata de Belmonte, y, sin dejar los libros, obtuvo un uesto en la Catedral de Cuenca. Tan diestro, hábil e inteligente era Don Martín Real, que llegó a ser consejero del Rey Felipe IV, y posteriormente Inquisidor de las Indias e investigador de causas eclesiásticas.

Fundó en Salamanca dos becas para estudios de sacerdote, y en su pueblo natal, Pajarón, un pósito, dotado con cuatro mil fanegas de trigo y cuatro capellanías, erigiendo una capellanía y casas, una para el párroco y otra para los sacerdotes que ocuparan las capellanías, nombrados por el señor obispo.

También dejó dotes para matrimonios pobres y vacas para los labradores que las necesitasen, a bajísimo tanto por ciento, el dos, tal vez en recuerdo de su padre, Martín, que también había sido labrador.

Tenía un gran número de colmenas en la sierra de Moya y hasta en Córcega poseía tributos y rentas. Sus cuentas en aquellos tiempos, ascendían a 8 millones de reales. Además, tenía vinculaciones económicas con los franciscanos. Toda su herencia, ganada con su trabajo y talento la empleaba en beneficio de los necesitados, que de haber sido siempre tan bien administrados como lo fueron al principio por el señor Castilblanco, hoy poseerían un inmenso capital.

Todo este capital fue desapareciendo, y principalmente, en el siglo XIX, con motivo de las desamortizaciones, y únicamente unos parientes recogieron al final algo de esta herencia, antes cuantiosa.

Falleció Don Martín Real en el año 1648, a la edad de 62 años, y ordenando en su testamento que trasladaran sus restos a su pueblo natal, lo que cumplió tan fielmente el superior de la Orden, que él y sus religiosos lo llevaron a Pajarón. Dos veces estuvo en América, tres en Sicilia, recorrió varias veces diferentes puntos de España, estuvo en Córcega, etc. De un viaje a Indias, vino tan enfermo que ya no pudo volver a salir de España, aunque vivió algunos años más.

Varias anécdotas se cuentan de su vida, una de ellas es que, al marcharse de su pueblo escondió sus pobres zuecos entre los brotes de un enebro, diciendo para sí: "cuando sea un personaje y vuelva, vendré a buscarlos", y efectivamente, cuando ya era nada menos que Inquisidor de las Indias, tomando un grupo de sus paisanos, los llevó hasta el enebro, buscó entre sus brotes, y sacando triunfalmente sus zuecos de mozalbete, les dijo: "Aquí tenéis, los dejé escondidos, esperando encontrarlos cuando volviera, siendo algo más que un pobre zagalillo, como era cuando me fui".






Imagen de Martín Real, en el cuadro "Auto de Fe", de Francesco Ricci:





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