gentes de Pajarón

Una visión particular de la vida de una buena gente, serrana y conquense, para guardar en nuestra memoria y no perderse en la oscuridad del tiempo.



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CUENTO DE NAVIDAD (2007)

Hola, amigos, soy Baltasar, y como rey mago que soy, tuve la oportunidad de vivir aquella celebración en enero del 2008, en un pueblecito de Cuenca que se llama Pajarón. No lo podré olvidar nunca, y aquí comienza el relato para que permanezca también en la memoria de todos:

" Como todos los años por estas fechas, nos reunimos nuestras augustas majestades de Oriente, y junto con nuestros fieles pajes, procedimos a repartir los regalos a todos los niños buenos de este mundo.

Fuimos guiados desde nuestros recónditos reinos por una luminosa estrella, a través de los parajes más inhóspitos. Cuando creíamos haber terminado nuestra tarea, la estrella nos hizo un nuevo guiño, y nos obligó a hacer unas horas extras y extrañamente tardías. Se posó en lo alto de un cerrito, al lado de un depósito de agua, y que tenía a sus pies a una localidad que se llamaba Pajarón. Y hacia allí nos dirigimos.


Luego nos enteramos que en esta localidad existe la costumbre de no permitir la entrada de ningún monarca antes de cenar, puesto que los espíritus de los lugareños se vuelven más afables y pródigos en su hospitalidad. Después recordamos que hace dos décadas estuvimos algunas navidades, aunque había mayor concurrencia y mayor desenfreno en las pasiones, pero ... qué le vamos a hacer, éramos más jóvenes. Por supuesto, fuimos invitados a su ágape, una exquisita caldereta, preparada con esmero y dedicación por unos pastorcicos dignos de la mismísima Belén. Esta mozandad nos recibió con los brazos abiertos. Y aunque no fuera fácil de explicar, no tenían mucho frío, quizá por su sólida consistencia serrana, o por unos extraños brebajes, muy comunes por estas tierras, y que no paraban de degustar.

Ellos nos acompañaron por las distintas casas en la que los pequeños nos recibían con extrañeza, curiosidad, desconfianza, sírvase unos ejemplos:

En casa de Ainara

En casa de Karla

En casa de Lucía y Alba


En casa de Sonia

En casa de Beatriz

En casa de Asier y Yara

Para finalizar, un coro de angelitos con sus voces blancas nos cantaron los himnos propios del lugar y al estilo indefinible y característico de su afamado tenor, nos hicieron la despedida menos amarga.

En fin, una noche inolvidable que esperamos con ansia el año que viene.

Un abrazo: el Rey Baltasar "



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